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Cómo crear cuentas de google y de microsoft? 9marzo23

9 de marzo de 2023

«Se repite la Historia: Atención al disco rojo». 

11 de febrero de 2023

 JULIO MERINO  19/12/2022 

Ya sé que la Historia no se repite y que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra (eso dicen), pero me parece a mí que España es diferente y los españoles más. Les voy a poner un ejemplo. Algo que sucedió en la España de 1934 y algo que ha pasado en la España de 2019. Naturalmente  que aquella España no es la España de hoy, ni aquellos hombres son los de hoy. Veamos:

1934

Tras las elecciones de octubre del 33 las Izquierdas están rabiosas, porque el fracaso en las urnas ha sido de escándalo, 97 diputados frente a los 212 de las Derechas, Lo que pone rabioso al PSOE, y muy en especial a su Secretario General, Francisco Largo Caballero, que descaradamente se pone frente a la República y grita en un mitin en el «Cine Europa» de Madrid: «De momento el día 3 iremos a las urnas, pero si estas nos fueran desfavorables no habrá más remedio que echarse a la calle, primero sin armas y después, si fuese necesario, con armas. Si la clase trabajadora quiere el Poder político lo primero que tiene que hacer es prepararse en todos los terrenos. En definitiva: habrá que luchar en las calles.«… y en ese estado mental y como hombre de una sola idea que es comienza a organizar dentro del PSOE los «Grupos de Acción» para hacerse los amos de la calle y acorralar a las Derechas (en aquellos momentos agrupadas en la CEDA victoriosa de Gil Robles). Grupos que fueron formándose  con los militantes de las «Juventudes socialistas» que comandaba un joven llamado Santiago Carrillo (hijo de Wenceslao Carrillo, un ilustre del Partido) … y recibiendo una instrucción paramilitar, con armas de fuego reales incluidas. Naturalmente aquellos «Grupos» se hicieron los amos de las calles, ya que las Derechas se conformaban con defenderse en la Prensa ( el «Debate»), en las tertulias de casino o en los púlpitos. ¡Ay, pero con lo que no contaba, o contó, Largo, fue con el Partido que acababa de fundar José Antonio Primo de Rivera (el hijo del Dictador): «Falange Española»!, con un programa basado en la defensa de la Unidad de España y evitar que  la Nación más antigua de Europa cayera en manos del Marxismo que llevaba a la Dictadura del proletariado. De momento, eso sí, sin violencia alguna y respetando la Constitución. Pero también sin miedos ni complejos y defendiendo sus ideas por todas partes, calles, plazas, colegios, fábricas, universidades, pueblos y ciudades de toda España.

Y esto irritó a Largo, y más cuando un día cayó en sus manos el Semanario que había puesto en circulación el  Partido de Primo de Rivera con el título de «F.E.» ( o sea, «Falange Española»)… «¡¡Esto es Fascismo!! -dicen que gritó- ¡Fascismo puro! ¡Hay que acabar con los fascistas!». Fue suficiente para que los «Grupos de Acción» que dirigía el joven y ambicioso Carrillo se insuflaran de anti-fascismo y comenzaran a llenar  Madrid de panfletos, carteles y pegatinas y poner en marcha un «Movimiento anti-fascista» con las palabras del Líder del PSOE: «Son fascistas», «¡ Hay que acabar con el fascismo!». Ya incluso sin respetar las directrices de la Ejecutiva. El 3 de enero, en la primera página de «El Socialista», aparecía un editorial con el titulo «¡Atención al disco rojo!», que fue el pistoletazo de salida de la Revolución de 1934.

Pero Largo no calibró bien el peligro que conlleva despertar a la fiera e incitarla a la acción y así pasaron cosas como la que pasó el viernes 9 de febrero en la calle Álvarez Mendizábal de Madrid. Aquel día un joven  estudiante de Medicina, volvía para su casa, sobre las 2,30 de la tarde, tras vender los 25 ejemplares de «FE» que le habían correspondido para el barrio de Argüelles (era militante de Falange), cuando otros dos jóvenes se le acercaron por la espalda y sin mediar palabra le dispararon al corazón y ya en el suelo lo remataron con tres tiros más al vientre. Se llamaba Matías Montero y sólo tenía 20 años.( Era el primer muerto de Falange)… y el asesino, que fue detenido todavía con la pistola asesina en su poder, Francisco Tello Tejada (el otro pudo escapar y desaparecer sin rastro), resultó ser un miembro del más radical de los «Grupos de Acción» socialistas, el «Vindicación». Naturalmente el asesino fue juzgado y condenado con la pena máxima por haber cometido el crimen con alevosía y frialdad. (luego, con la amnistía del 36,salió de la cárcel y fue ascendido a «Comisario político» del V Regimiento, el comunista, y hasta sobrevivió la Guerra y murió en el exilio).

2019

Bien, ahora vayamos a la actualidad. Unas elecciones, las andaluzas, que pierden las izquierdas y especialmente el PSOE (tras 37 años en el Poder) y unos líderes, primero Pablo Iglesias y después Pedro Sánchez, que incitan a los suyos a echarse a la calle para detener al fascismo (en este caso a VOX)… y el polvorín listo para explotar. Así llegamos al 12 y al 13 de enero pasados, cuando VOX, anatemizado ya de extrema derecha y  «facha», decide presentarse en Barcelona para dar a conocer su programa y escaso de medios se conforma con instalar cuatro tenderetes en plena calle o en un bar modesto. ¿Y qué sucede?, pues lo que era de esperar, que los «CDR» (Comités de Defensa de la República) y avanzadilla del independentismo catalán, sostenidos y respaldados, incluso económicamente, por el Gobierno independentista del Presidente Torra y el huido de Waterloo, amos y señores de las calles barcelonesas (con la vista gorda de los Mossos) ante la pasividad (o miedo) de los no independentistas,  se enfurecen por considerar la presencia  como una invasión de sus «dominios» y ni cortos ni perezosos se van a por los invasores y sin miramientos, a empujones, huevos rotos y puños consiguen echarlos, porque están en mayoría y saben que no les va a pasar nada… «¡FUERA FASCISTAS! ¡EL FASCISMO NO PASARÁ  EN CATALUÑA! ¡CATALUÑA ES NUESTRA!» Y nada grave pasó porque los Mossos se pusieron en medio para evitar males mayores. Pero, ¿qué sucederá el día que aparezcan las pistolas o VOX responda con las mismas armas? Señores, ATENCIÓN AL DISCO ROJO.

2022

Lo ha dicho el Presidente Sánchez, lo ha dicho el “coletas” Iglesias, lo han dicho los comunistas y los independentistas, y los nacionalistas  vascos y hasta el Patxi López y la Adriana Lastra… y muy en especial el Ministro de la Presidencia, Félix Bolaños:

Si el Tribunal Constitucional no aprueba las “reformas” del Presidente Sánchez aquí van a suceder “cosas impredecibles”. O sea, si no se hace lo que el ya dictador quiere hacer con España aquí sucederá lo de antaño.

Y más, mucho más, si pierden las elecciones autonómicas y municipales de mayo… y más, y mucho más, si por si celebrasen las elecciones generales las pierden y la Derecha, con el cobardica Feijóo al frente, y VOX con el duro Abascal a su lado… porque eso sería ya la Guerra Civil.

Así, Majestad, que lo que haya que hacer para evitar ese desastre hay que hacerlo ya.

didersidades varias

10 de febrero de 2023

«La camarada.» Por Filípides

Mari Toñi Irisaciones –Iris para su círculo de conocidas– era una mujer que llamaba la atención. Tal vez la llamaba en exceso y no necesariamente en un sentido positivo, pero, desde luego, no pasaba inadvertida. A sus propios ojos, los singulares atuendos que la adornaban eran la expresión de un espíritu libre, rebelde y juvenil, ligeramente dramatizado, eso sí, –en forma de alarido– en aras de un mundo mejor. No en vano, a decir de su círculo de amigas, los estridentes peinados y abalorios que lucía eran “verdaderamente increíbles” –alargando mucho la segunda i– y “muy, muy simbólicos”. Es más, según la opinión de un experto en vanguardias, también amigo suyo, su estilo sólo podía calificarse como “fabuloso” a fuer de especial.

Más allá de su entorno, el parecer más extendido entre los niños y ancianos del vecindario, coincidía en describirla, más bien, como un “graznido” andante.

Sin embargo, Iris era mucho más que su apariencia; era una persona. Y no una persona cualquiera. Era sensible y, como gustaba decir de sí misma, “comprometida” y “consciente”. Tal circunstancia a menudo la llevaba a alzar la voz y perder la compostura, congestionándose, berreando y echando espumarajos por la boca –en cierta ocasión hasta llegó a morder a un policía–, pero de ningún modo aquella efusividad debía tenerse por una muestra de desequilibrio o inmadurez, sino como una evidencia de lo justo y sincero de sus convicciones.

Fruto, sin duda, de la ancestral opresión machista cosificadora de la mujer padecida por la rama femenina de la familia desde el origen de los tiempos, el discurso de Iris era inconexo, frívolo y circunstancial, lo que no la impedía opinar sobre casi todo con seguridad y aplomo. Al fin y al cabo, su amplia visión del mundo merecía ser escuchada aunque sus reflexiones se limitasen al relato de experiencias personales encabezadas por el inexorable “yo”.

Irisaciones era pedagoga y maestra en un instituto de las afueras de Madrid, donde impartía distintas materias de contenido cada vez más difuso. Afortunadamente para ella, hacía tiempo que las nuevas metodologías habían adquirido la importancia que realmente merecían, e Iris dominaba la jerga innovadora y sostenible. No saberse las provincias de España o cometer faltas de ortografía espeluznantes no había supuesto ningún obstáculo para superar las pruebas de la oposición. Por el contrario, el tribunal había valorado muy positivamente sus alabanzas a María Montessori, las alusiones a Skinner y a Piaget, y, sobre todo, la apelación a la “taxonomía de Bloom”, la LOMLOE y los ODS –objetivos de desarrollo sostenible– de la Agenda 2030. Iris demostró estar al día en “inteligencias múltiples”, “escucha activa” y “ABP” –aprendizaje basado en proyectos–, de modo que obtuvo una plaza vitalicia como docente de educación primaria al segundo intento, con menos de treinta años.

Mari Toñi Irisaciones –Iris para su círculo de conocidas– era una mujer que llamaba la atención. Tal vez la llamaba en exceso y no necesariamente en un sentido positivo, pero, desde luego, no pasaba inadvertida. A sus propios ojos, los singulares atuendos que la adornaban eran la expresión de un espíritu libre, rebelde y juvenil, ligeramente dramatizado, eso sí, –en forma de alarido– en aras de un mundo mejor. No en vano, a decir de su círculo de amigas, los estridentes peinados y abalorios que lucía eran “verdaderamente increíbles” –alargando mucho la segunda i– y “muy, muy simbólicos”. Es más, según la opinión de un experto en vanguardias, también amigo suyo, su estilo sólo podía calificarse como “fabuloso” a fuer de especial.

Más allá de su entorno, el parecer más extendido entre los niños y ancianos del vecindario, coincidía en describirla, más bien, como un “graznido” andante.

Sin embargo, Iris era mucho más que su apariencia; era una persona. Y no una persona cualquiera. Era sensible y, como gustaba decir de sí misma, “comprometida” y “consciente”. Tal circunstancia a menudo la llevaba a alzar la voz y perder la compostura, congestionándose, berreando y echando espumarajos por la boca –en cierta ocasión hasta llegó a morder a un policía–, pero de ningún modo aquella efusividad debía tenerse por una muestra de desequilibrio o inmadurez, sino como una evidencia de lo justo y sincero de sus convicciones.

Fruto, sin duda, de la ancestral opresión machista cosificadora de la mujer padecida por la rama femenina de la familia desde el origen de los tiempos, el discurso de Iris era inconexo, frívolo y circunstancial, lo que no la impedía opinar sobre casi todo con seguridad y aplomo. Al fin y al cabo, su amplia visión del mundo merecía ser escuchada aunque sus reflexiones se limitasen al relato de experiencias personales encabezadas por el inexorable “yo”.

Irisaciones era pedagoga y maestra en un instituto de las afueras de Madrid, donde impartía distintas materias de contenido cada vez más difuso. Afortunadamente para ella, hacía tiempo que las nuevas metodologías habían adquirido la importancia que realmente merecían, e Iris dominaba la jerga innovadora y sostenible. No saberse las provincias de España o cometer faltas de ortografía espeluznantes no había supuesto ningún obstáculo para superar las pruebas de la oposición. Por el contrario, el tribunal había valorado muy positivamente sus alabanzas a María Montessori, las alusiones a Skinner y a Piaget, y, sobre todo, la apelación a la “taxonomía de Bloom”, la LOMLOE y los ODS –objetivos de desarrollo sostenible– de la Agenda 2030. Iris demostró estar al día en “inteligencias múltiples”, “escucha activa” y “ABP” –aprendizaje basado en proyectos–, de modo que obtuvo una plaza vitalicia como docente de educación primaria al segundo intento, con menos de treinta años.

Y hete aquí que tras el puente de mayo, después de haber disfrutado de una noche loca con su amiga Doris y otras profes feministas, volviendo a casa “sola y borracha” como pregonaba el lema, Iris fue asaltada violentamente en el metro por un grupo de jóvenes marroquíes. Tras agredirla y violarla repetidamente, la dejaron tirada en un vagón de la línea 5.

El caso no salió a la luz en los medios de comunicación y sólo al cabo de un par de semanas –como prescribía el Ministerio del Interior– un pequeño periódico digital dio una sucinta relación de los hechos, sin referencia a la gravedad de las lesiones y omitiendo cualquier información sobre el origen de los agresores.

Ninguna de las asociaciones sindicales, ecologistas o feministas a las que pertenecía la víctima convocaron ningún acto o manifestación de repulsa.

Al cabo de un tiempo, los responsables de la agresión fueron detenidos. Tres eran menores. Nunca se publicó que cuando se produjeron los hechos, pesaba sobre otros dos sendas órdenes de expulsión, ni que el cabecilla había sido puesto en libertad por la ley del “sólo sí es sí”.

Un mes después, Iris y Doris se dieron de baja del Partido. Algo que, por supuesto, tampoco trascendió.

Armando Robles: «Mohamed VI tiene cogido por los huevos a Pedro Sánchez»

discurso de fin de año 2022 de Vladimir Putin

4 de enero de 2023

Una mujer da a luz en un avión

29 de diciembre de 2022

CG.-Según informa el Daily Mail,  una mujer norteamericana se ha vuelto viral al dar a luz a 10000 pies de altura en un avión de la compañía Delta Airlines. Lavinia Mough, oriunda de Utah, se encontraba volando de Salt Lake City (EEUU) a Honolulú (Hawai) cuando para su sorpresa, y la de todo el pasaje, rompió aguas.

Otra pasajera, que viajaba en el mismo avión que Mounga, difundió la noticia a través de un vídeo en su cuenta de Tik Tok.

Bebé a bordo

“Un bebé acaba de nacer en este avión”, expresó Julia Hansen justo después de grabar esta insólita secuencia. Tal y como relata la pasajera en su cuenta, justo después de saber que la joven estaba de parto, la tripulación tomó el control de la situación.

Tras contar lo sucedido al resto de pasajeros por la megafonía del avión, los tripulantes de cabina se encontraron con que, afortunadamente, en el aparato viajaban un médico de medicina familiar y tres enfermeras de la unidad de neonatología del hospital del Norte de Kansas.  El pequeño llegó al mundo sano y salvo. 

Nada más aterrizar, la madre y el pequeño fueron trasladados al hospital Health Pacific de Hawai en perfecto estado.

FUENTE: http://www.alertadigital.com

A N T I N A V I D A D

26 de diciembre de 2022

Padre Custodio Ballester Bielsa.- La última envestida contra la Navidad, una más, ha sido la lamentable portada de la revista «Mongolia«, ensuciando la Navidad de la manera más soez e insultante.

Darío Adanti y Eduardo Galán, cofundadores de ‘Mongolia’, junto a su última portada

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Y, como decía aquél, ojo al parche. Resulta que para cargarse las fiestas de Navidad sobre todo en los colegios, se invoca la multiculturalidad (claro, es un abuso imponer a los niños musulmanes una fiesta cristiana); ¿y en cambio no vale ese mismo argumento para imponerles el Halloween? Muy musulmán, ¿no? ¿Qué guasa es ésa?

¿Qué sentido tiene, en efecto, celebrar el Nacimiento del Hijo de Dios como espejo del gozo que acompaña a todo nacimiento humano, en una sociedad que se ufana por luchar encarnizadamente contra el nacimiento humano, y que considera una de sus mayores conquistas su “avanzada” legislación para fomentar la muerte?

 Sin embargo, el prólogo del Evangelio de San Juan denuncia permanentemente nuestra cómplice pasividad: Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (Juan 1,14). A esta Palabra nos debemos, pues es la definitiva y debe ser proclamada a tiempo y a destiempo, oportuna o inoportunamente (cf. 2 Timoteo 4,2) “porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hechos 4,12). ¡Ven Señor Jesús!

FUENTE; www. alertadigital.com

BEATRIZ PRECIADO

24 de diciembre de 2022

http://www.zgrados.com/la-corbata-de-beatriz-preciado/

La corbata de Beatriz Preciado

   Zero Grados  2 comentarios Astrid OtalBeatriz PreaciadoEntre Líneasliteraturatransgénerovidas extraordinarias

Astrid Otal Beltrán //

Si alguien la viera de espaldas dudaría si es una mujer. Casi siempre vestida de negro, con un estilo desenfadado, como quien coge cualquier pantalón y camiseta del armario sin pensar. Y si se girara puede que aún desconcertara más: a veces se anuda una corbata al cuello y se pega un fino bigote postizo. Aunque sus rasgos faciales, su voz y su gestualidad delatan su sexo, cuesta definirla. Porque Beatriz Preciado no es ni un hombre ni una mujer, es algo más: una transgénero queer, una jesuita de extrema izquierda, una bio-mujer que se estuvo administrando testosterona durante cerca de un año. Unas denominaciones complicadas que escapan de binomios.

Beatriz Preciado Ruiz (Burgos, 1970) nació en una ciudad dominada por el franquismo católico. Hija única de un empresario y de una costurera se educó en un colegio no mixto y tradicional. Pero las cosas salieron al revés de lo esperado. Sus padres, religiosos y de derechas, vieron que la niña modelo de colegios caros que querían no aparecía por ningún lado. No era fina, ni recatada, ni le gustaban los chicos, ni se iba a comportar como ellos hubiesen deseado. Cuando tenía diez años alguien llamó a su casa y le dijo a su madre: “su hija es una marimacho” y colgó. A partir de ese momento, Beatriz Preciado sintió que su madre se convertía en un detective privado: leía sus cuadernos, revisaba sus bolsillos, la interrogaba constantemente.

La señora Ruiz jamás imaginó que su hija pudiera llegar a ser lesbiana; antes hubiera preferido que fuera una “furcia cualquiera”. Por eso cuando recibió la llamada, comenzó el temor. Su madre se inventaba cualquier opción para eludir enfrentarse a la verdad. Le preguntaba si se drogaba, si robaba dinero, si abortaba. Le decía que si abortaba su padre moriría del disgusto. La amenazaba con que si llegaba a quedar con chicos de ETA no saldría más de casa. Paranoias delirantes hasta que Beatriz Preciado confesó. Preciado expresa que se lo dijo con crueldad: “me gustan las chicas. Soy lesbiana, tortillera, bollera, marimacho, soy un chico, pero tú no te das cuenta”. Toda la feminidad en la que le habían querido encorsetar se la echó en cara: “y no quiero vestir con las faldas que tú me compras. No quiero esos zapatos. No quiero esas camisas con lazos. No quiero esas horquillas. No quiero ponerme sujetador. No quiero hablar como las niñas. Ni quiero tener novio. No quiero casarme. No quiero peinar las muñecas. No quiero ser guapa. No quiero quedarme en casa por la noche. No quiero que me trates como a una niña”. Su padre también lloró.

Preciado es, desde hace más de doce años, una filósofa referente del movimiento queer, teoría que se reapropia de un insulto -marica- para transformar la burla en poder. La filosofía le enseñó que ningún texto es sagrado, que todos los textos se pueden modificar, deconstruir. Por eso se dedica a desacralizar los textos, a hacer ver que lo que se creía natural solamente es algo normalizado. Los aprendizajes filosóficos los comenzó cuando ganó un concurso organizado por el Opus Dei. El premio consistía en estudiar filosofía en una universidad de esa institución o en una católica no opusina. Terminó decantándose por la última porque le parecía un mal menor, pero al entrar descubrió que la universidad jesuita de Madrid estaba inmersa en pleno apogeo de la filosofía y teología de liberación donde se leía a Marx. De ahí que en parte se sienta jesuita; las gratas experiencias le marcaron.

Beatriz Preciado se hizo experta en la invención de nuevas prácticas de subjetivación. Entiende el cuerpo como una tecnología de inscripción al que se le añaden nociones de hombre/mujer, heterosexual/homosexual. Pero esas nociones -como ella defiende- simplemente son ficciones políticas, establecidas por discursos médicos-jurídicos que intentan determinar qué es normal y qué se debe censurar. Su deseo por desnaturalizar las identidades asentadas se plasmó en su ensayo Manifiesto contra-sexual (2002), en el que abandona las definiciones del régimen heterosexual para concluir que esencialmente somos cuerpos parlantes, no hombres ni mujeres, sino personas sin género capaces de configurar el propio yo sin catalogaciones anticipadas.

La filósofa nunca quiso vivir en el régimen heterosexual, siempre se salió de la norma; prefiere las opciones que no se ajustan a los ideales de sexualidad e identidad de género instaurados, aunque estar fuera conlleve presión y violencia. Escapa de los binomios opuestos que esconden jerarquías y reivindica las posibilidades infinitas de deseos, prácticas y estéticas.

Ella no quería ser Marilyn Monroe, ni obedecer al dictamen de la belleza. No quería ir a la moda ni cuidarse el cabello. Su película favorita jamás será Lo que el viento se llevó. No utiliza tacones ni maquillaje; la apariencia física poco le importa y todavía echa de menos su antigua mandíbula. A los cuatro años le diagnosticaron una deformación maxilofacial que se acentuó con el tiempo. En su adolescencia fue –como ella misma se describe en Testo Yonki- “un monstruo miope de mentón pronunciado, de brazos y piernas largos y dramáticamente delgados”. Pero se gustaba así, aunque en su casa no se hicieran fotos. Cuando cumplió 18 años le operaron, pero la operación funcional necesaria de su mandíbula se convirtió también en una operación estética. Su imagen había cambiado y, aunque todos le decían que estaba estupenda, ella no se encontraba en el espejo. En una entrevista al periódico El País declaró: “mi cara no es el espejo del alma, es el espejo de la medicina plástica de la España de los ochenta”.

Ha viajado para explorar. Se doctoró en Filosofía y Teoría de la Arquitectura en la Universidad de Princeton e hizo un máster de Filosofía Contemporánea y Teoría del Género en Nueva York. En 1999 se trasladó a París y actualmente es profesora de Historia Política del Cuerpo y Teoría del Género en la Universidad París VIII. Frecuentemente coge aviones para impartir seminarios en el MACBA de Barcelona. Pero no acaba aquí, cuando tiene huecos se implica en las causas que defiende, y en una de ellas conoció a Virginie Despentes, su actual compañera.

Era la primavera del 2000 cuando grupos de extrema derecha forzaron al Gobierno francés para que prohibieran Fóllame, película de Virginie Despentes, en los cines. El film creaba la historia de dos prostitutas convertidas en asesinas en serie. Nada más censurarse en los cines, se crearon grupos de apoyo, y allí acudió Beatriz Preciado. Se encargó de organizar, imprimir y repartir 200 folletos para protestar; una de las fotocopias fue para Despentes, pero esa vez no hizo nada para intentar acercarse. Volvieron a coincidir cinco años más tarde en un concierto de Lydia Lunch, justo cuando había comenzado a administrarse testosterona como experimento. Escribió que se cruzaron “en un momento fractal, al borde de una tragedia tecnogriega: ella acababa de empezar a salir con tías, yo [Beatriz Preciado] acabo de empezar a tomar testosterona. Ella se está volviendo lesbiana y yo me estoy volviendo algo distinto de una chica”. Dos días después se acostaron en un hotel de Pillage; a los cinco días, en el Terrace Palace.

Beatriz Preciado se enganchó a Virginie Despentes como uno se engancha a la cocaína. Era adicción. La segunda vez que se citaron fue en el mismo lugar en el que se grabó una escena de Fóllame. Pero no una cualquiera. Las dos prostitutas de la película bailaban juntas después de que una le hubiera dicho a la otra: “propongo que sigamos juntas”. Y Beatriz Preciado trasladó esa frase a su propia escena.

Cuando se encuentran ella siente que toman cuerpo los textos de los que se ha nutrido. Viven junto a Monique Wittig, Judith Butler, Virginie Woolf, Pasionaria. Y follan de manera contrasexual, abarcan todo el cuerpo: el cuello, el brazo, las piernas. A veces se colocan el arnés con el dildo, como manera de disfrutar y decirle al mundo que su invención supone el final del pene como origen de la diferencia sexual. No tienen envidia del falo porque guardan varios en un maletín. Es una práctica subversiva más.

La testosterona consistió en un experimento que culminó con la publicación de Testo Yonki (2008). El ensayo pretende desarticular el capitalismo farmacopornográfico, el negocio de producción que –según la teoría de Beatriz Preciado- mueve el mundo en la actualidad. Ese capitalismo se sustentaría en la industria farmacéutica y la industria audiovisual del sexo para conformar los cuerpos, sus deseos y los afectos. Ese modelo emitiría la identidad, las relaciones y los sueños que se han de consumir. Y la configuración del cuerpo que se ha de tener. De allí la silicona, la anorexia, la Viagra, el Prozac.

La testosterona sería un fármaco más, pero con un uso restringidos a los hombres. La dosis que se administró (50 mg cada vez) no modificó su aspecto: no le creció barba, ni masa muscular, ni le cambió la voz. Pero sí produjo en ella las ganas de comer, de practicar sexo, cambió su ritmo biológico de sueño y la capacidad de esfuerzo físico.

“Pero la testosterona no es masculinidad. En realidad, nada permite afirmar que los efectos producidos por la testosterona son masculinos. Lo único que podemos decir es que hasta ahora han sido en su mayoría propiedad exclusiva de los bio-hombres”, concluirá Beatriz Preciado. Para ella, su consumo no difiere del consumo de progesterona concentrada en la píldora, y no depende de construcciones de género que influyen en la forma de pensar y actuar. Afirmó que “nos confrontamos aquí directamente a la producción de la materialidad de género. Aquí todo es cuestión de dosis, de regularidad, de miligramos, de forma y modo de administración de la molécula, de hábito, de praxis”. La testosterona –según Preciado- no es distinta de cualquier otro chute.

Cuesta definir a Beatriz Preciado, porque no es un hombre ni una mujer, es algo más: una transgénero queer, una jesuita de extrema izquierda, una bio-mujer que se estuvo administrando testosterona durante cerca de un año. Unas denominaciones complicadas que escapan de binomios. A los siete años ya se dibujaba casada con una mujer cuando le pedían en su escuela de monjas que imaginara su futura familia. Después, siguió con su tarea de poner el mundo del revés. La primera psicoanalista que le atendió en su adolescencia le dijo que lo que ella quería era echarle un pulso a Dios. Puede que lo haya conseguido.

*Testo Yonki desmonta la forma de capitalismo que impera en la actualidad. Aquella que, según Beatriz Preciado, no produce otra cosa más que la especie misma. Su discurso es una combinación de ideas con experiencias personales que las atestiguan. La corbata de Beatriz Preciado, una reseña-semblaza-ensayo, ha utilizado como fuente principal de información esa publicación.

Beatriz Preciado en una de sus conferencias. // Fuente: ensaiosdegenero.com

Eduard Alcántara: «El Imperium es la forma más acabada y más completa de organización político-social»

23 de diciembre de 2022

https://ntvespana.com/08/06/2021

La editorial Letras Inquietas acaba de publicar Imperium, Eurasia, Hispanidad y Tradición, una obra colectiva en la que han participado Carlos X. Blanco, Eduard Alcántara y Robert Steuckers. Los ensayos que conforman el libro buscan en la Tradición, en la Historia y en el presente, aquellos elementos conceptuales necesarios para una Teoría del Imperio que rechace el modelo absorbente, depredador e «imperialista» actual. En esta ocasión, EL CORREO DE ESPAÑA charla con Eduard Alcántara, filósofo y experto en el pensamiento tradicionalista

¿Qué es el Imperium?

Para la Tradición la noción de Imperium representa la aspiración de trasladar el Orden cósmico (el Ordo del que se hablaba en el Medievo o el Ritá védico) a las construcciones político-sociales pergeñadas por el hombre. Se trata de hacer del microcosmos un reflejo del macrocosmos. Hablamos de la pretensión de consumar lo que reza el adagio hermético-alquímico cuando expresa que «lo que es arriba es abajo». La armonía que rige en los dominios celestiales y que tiene su correlato en la música de las esferas de la que ya hablaba (Pitágoras) debe regir también en los dominios terrenales. Las fuerzas sutiles (numina) constituyen el nervio del entramado cósmico y al igual que se compenetran de tal modo que armonizan las dinámicas del macrocosmos el hombre debe, mediante el rito sagrado, activarlas para que con su operatividad posibiliten que la armonía que rige en lo Alto rija también aquí abajo en la forma del Imperium o del Regnum, ambos, pues, de carácter sagrado.

¿Qué implicaciones tiene el Imperium en la Tradición y viceversa?

Si todo el entramado nouménico tiene su causa primera armonizadora en la fuerza centrípeta que representa el Primer Principio indefinible, indeterminado y eterno (Brahman, para el hinduismo) que se halla en su origen, el Imperium obra de manera similar, pues todos sus componentes actúan e interactúan en armonía «girando» alrededor de la figura del Emperador como eje vertebrador, pues éste está revestido de esa aura sacra que desprende un prestigio, una dignidad superior y una majestas que no requieren, por su naturaleza, de ninguna fuerza coercitiva para mantener la cohesión de los diversos cuerpos sociales, administrativos y territoriales que forman parte de ese Imperium. El emperador, en la Tradición, asume el papel de Pontifex, o hacedor de puentes, entre el mundo Metafísico y el mundo físico. Es clave, pues, en la sacralización de las sociedades de las que es rector y guía. Actúa como catalizador y ejemplo para aquellos que por voluntad y potencial espiritual se aventuran a transitar por el riguroso, metódico y arduo camino de la metanoia, de la transustanciación o remotio interior, de la realización espiritual. Asimismo, a los carentes de dicha voluntad y potencial les hace posible la aproximación, por participación en su proyecto, a las Verdades Trascendentes.

¿Cuál ha sido la influencia del Imperium en el devenir de la historia en general y de la Hispanidad en particular?

El Mundo de la Tradición siempre bregó por constituirse en Imperium como la forma más acabada y más completa de organización político-social. Entendió perfectamente que la función imperial era la que con más fidelidad encarnaba y reflejaba los ordenamientos y las armonías de los planos metafísicos de la realidad. Por ello, lo vimos hacerse realidad en latitudes distantes entre sí: en Japón, en China, en Persia, en Roma o en la Europa del Sacro Imperio Romano Germánico. España se topó en América con formas ya degradadas de imperio, cuya supervivencia únicamente tenía sustento en el uso de la fuerza. Se topó con un imperio azteca que había caído en una especie de ritualismo de la sangre, de corte telúrico; interactuaba con fuerzas preternaturales y no sobrenaturales. Se topó, igualmente, con un imperio inca enfocado a cultos de una solaridad decadente, no olímpica. Una solaridad que no derivaba del Principio Supremo y eterno que por su esencia es imperturbable sino una solaridad que nace y muere, que es por ello cambiante y a la que se procura despertar alimentándola continuamente con cruentos sacrificios humanos. Si hacemos un paralelismo con el universo mitológico griego diríamos que el mundo inca no cumplía ritos para activar las potencias del dios solar, inmutable y olímpico Apolo sino del dios del sol Helios, que muere y resucita sin cesar. España devino Imperium y así la Monarquía Hispánica sustituyó las formas disolutas de los imperios amerindios precolombinos por un Imperium fiel a las Verdades imperecederas y eternas de la Tradición. En América, en Europa y hasta en Asia con las Filipinas una Idea Espiritual, la Catolicidad, y la figura que la encarnaba (los diferentes monarcas) mantuvieron la cohesión del Imperium durante tres siglos sin mantener, una vez establecido, apenas fuerzas militares de origen peninsular en los diferentes territorios que lo conformaban, pues la dignidad sacra de la Idea que encarnaba se constituyó en el polo de atracción que lo hizo posible. Su trisecular existencia constituye un hecho quasi milagroso si se tienen en cuenta los tiempos que corrían por aquel entonces en una Europa que había visto alumbrar un humanismo y un antropocentrismo que empujaban al hombre a una especie de solipsismo que le hacía abocarse a mirarse el ombligo y dar la espalda al hecho Trascendente. Una Europa en la que el subjetivismo, el relativismo y la imposibilidad de conocimiento de lo Superior se estaban enseñoreando por mor de la irrupción del protestantismo. Una Europa en la que la razón de Estado (el maquiavélico fin que justifica los medios) se alzaba por encima de consideraciones de orden sagrado o en la que el racionalismo cartesiano del siglo XVII y el mal llamado iluminismo del siglo XVIII pugnaban exitosamente por laminar cualquier Verdad Superior al no entrar en la comprensión alicorta del raciocinio humano. Aun así, incluso a lo largo del siglo XVIII subsistió el milagro del Imperium hispánico o Monarquía Hispánica.

Tras Roma, el Imperium se manifiesta, bajo tu punto de vista, en el Sacro Romano Imperio Germánico y, posteriormente, en el intento de recuperación del mismo que diseña Carlos V…

Sí, sin pecar de ligereza argumentativa se puede afirmar que el segundo toma el relevo del primero y el tercero del segundo. El Sacro Romano Imperio Germánico (S.I.R.G.) muestra a las claras esta intencionalidad de continuidad hasta en su misma denominación de Romano. Representa un intento de restauración del desaparecido Imperio Romano de Occidente. Desgraciadamente, como consecuencia, sobre todo, del resultado de las guerras que enfrentaron, a partir del siglo XII, a güelfos y gibelinos (las llamadas Guerras de las Investiduras) el S.I.R.G. se fue diluyendo debido al triunfo del bando güelfo, que acabó arrebatándole la potestas sacra al Emperador. Las consecuencias de ello acabarían siendo funestas, pues desacralizando la cabeza del S.I.R.G. se acabaría desacralizándose, por ósmosis, todos los cuerpos sociales y territoriales que se hallaban bajo se égida y se iría, acelerando, de esta manera, todo un proceso de decadencia que no ha tenido apenas freno hasta nuestros deletéreos días. Si acaso el único freno lo puso Carlos V con su proyecto de Monarquía Universal que, para empezar, vivificara los restos anodinos y sin alma que habían quedado de lo que fue el S.I.R.G. y que, además, no solo restaurara este en su territorio original sino, lo que es más importante, en su ser constitutivo, que no fue otro que el de su esencia Espiritual en la forma de la Catolicidad; de ahí, por ejemplo, su empeño en acabar con el cisma protestante y su no conformismo de mero devoto católico ante las políticas infames del Papa Clemente VII, tal como demostró con il Sacco di Roma de 1527; ¿acaso un resabio gibelino del emperador Carlos ante el güelfismo simbolizado por el Papado? Podemos, pues, trazar eslabones que unen al Imperio Romano, al S.I.R.G. y al Imperio Hispánico.

Tradición contra el mundo moderno. ¿Qué es uno y qué es otro?

Tradición es vivencia enfocada hacia lo Alto. Por ello las estructuras y organismos político-sociales se sustancian y se concretan de manera que posibiliten al hombre vivir en consonancia con lo Trascendente, hasta en su más nimia cotidianidad; cada accionar suyo se constituirá, así, en una suerte de rito. La Tradición actúa como si se tratase de una fuerza que sacraliza la existencia terrenal. La Tradición, por su esencia, sacra, es atemporal y se puede, por ende, manifestar y concretar en cualquier momento del devenir de la historia del hombre, aunque, ciertamente, conforme más omnímodamente hegemónico se hace el kali-yuga, del que hablan los textos sapienciales indoarios (o la Edad de Hierro, a la que aludió el griego Hesíodo), más arrinconada se halla la posibilidad de que acontezca en alguna latitud una Restauración del Orden Tradicional. El mundo moderno, por contra, representa el triunfo de la materia frente al Espíritu. En un primer momento su preponderancia no es total pero paulatinamente, en ocasiones con bruscos acelerones, su hegemon resulta cada vez más asfixiante y alienante. Nunca como ahora el mundo fue tan burda y extremadamente materialista, pero, como hemos señalado respuestas arriba, la postración actual ha sido el resultado del accionar de una serie de factores y procesos de disolución, tales como el humanismo, el antropocentrismo, el protestantismo, el relativismo, el racionalismo, el positivismo, la Ilustración o/y las revoluciones liberales y comunistas, los subproductos culturales como el evolucionismo darwinista, el utilitarismo o el psicoanálisis hasta desembocar en el actual vertedero, consumista, individualista, nihilista y de relativismo y subjetivismo integrales de la postmodernidad. Véase, por todo ello, que el único antídoto integral para enfrentar al corrosivo y disolvente mundo moderno es el Mundo de la Tradición.

¿En qué se diferencia el Imperium del imperialismo ejercido, por ejemplo, por Estados Unidos?

El Imperium hemos visto que tiene un basamento Metafísico, mientras que el imperialismo lo tiene material, sea este con miras de dominio meramente expansivo-territorial o sea con fines económico-mercantilistas. El Imperium pretende crear civilización y el imperialismo se mueve con pretensiones expoliadoras y explotadoras de recursos materiales (energéticos, alimenticios,…). El imperialismo inglés, el holandés o el francés mostraron un más que evidente carácter colonialista, consistente en el expolio por parte de la metrópoli de los recursos de las colonias y en la no industrialización de estas para que no tuvieran más remedio que comprar los productos elaborados en las industrias de la metrópoli. Como botón de muestra, en el caso inglés se llegó al extremo de destruir los telares de la India o a cortar los pulgares de las tejedoras de Ceilán para cercenar de cuajo cualquier posible competencia textil con las industrias metropolitanas. Donde las potencias imperialistas acostumbraban a crear factorías comerciales España, por contra, fundó ciudades y las dotó de acueductos e infraestructuras de todo tipo. Sus calzadas penetraban hacia el interior pues se pretendía civilizar todo el territorio. Así, a diferencia de aquellas factorías costeras inglesas u holandesas, se fundaron y refundaron ciudades a cientos de kilómetros de la costa, pues no se trataba tan solo de llenar las bodegas de los navíos mercantes sino también de expandir el catolicismo y sus vehículos culturales, como la lengua, la escolástica y la teología. Se tradujo la Biblia a un buen número de lenguas precolombinas (todas ágrafas hasta la llegada de los españoles), tales como el quechua o el nahuatl. Se fundaron 25 universidades y un gran número de Colegios Mayores, abiertos a cualquier súbdito de la corona española; algunas de estas universidades se crearon un siglo antes que los ingleses fundaran la primera en sus colonias americanas: la de Harvard, en 1636. El caso de los Estados Unidos también es paradigmático de lo que ha sido y es un imperio depredador, en las antípodas del Imperium Hispánico. Allá por el siglo XVII era la doctrina del Destino Manifiesto la que guio en buena medida los ímpetus colonialistas estadounidenses. Protestantes en general y puritanos en particular llegados al territorio de las 13 colonias la esgrimieron como argumento expansionista. Según ellos los nuevos colonos habrían sido designados por Dios para, al igual que los judíos con la tierra prometida de Israel, tener su tierra de promisión. La conquista de nuevos territorios y el consiguiente enriquecimiento económico serían signos de la elección previa que de ellos habría hecho el Altísimo; en la línea, esta idea, de los dogmas calvinistas que, por otro lado pero en esta misma línea, tanto han contribuido a la posterior aparición y expansión del capitalismo (contribución, decíamos, esencial del calvinismo en particular al igual que del protestantismo en general). Esa doctrina del Destino Manifiesto adquirió nuevos vuelos desde fines del siglo XVIII (con la independencia de las 13 colonias) y ha llegado hasta nuestros días con la convicción de que los estadounidenses han sido elegidos por la divinidad para exportar e implantar (por las buenas o por las malas) la democracia a todo el orbe. Su imperialismo, pues, hinca su fundamento en el principio de una soberanía popular (tan cara a la democracia) por la cual el poder no viene legitimado por lo Alto (no tiene un origen sagrado) sino por lo bajo, por un demos que un día puede establecer, por la mitad más uno de los votos, que los valores a defender son unos para al día siguiente elegir otros, vapuleando así cualquier vigencia de las Verdades y los Valores Eternos que siempre dieron estabilidad a las sociedades Tradicionales y siempre fueron sus puntos de referencia Superiores. No desvelamos ninguna evidencia que no se sepa si denunciamos que tras este «generoso» y «desprendido» afán de expandir la democracia por el planeta se esconden indisimulados intereses económicos que, en su avaricia, no tienen límite con respecto a ningún confín del mundo.

«Los Estados ya han defenestrado cualquier aspiración a constituir unidades políticas que los sobrepasen y que tengan la mira enfocada en un objetivo Elevado, pues, por contra, ya no aspiran a restaurar el Imperium». ¿Es todavía posible recuperar el Imperium y la Tradición?

La Restauración del Orden Tradicional y de su forma Imperial se nos antoja harto complicada dados los tiempos de disolución por los que, en todos los órdenes, atravesamos, pero ello no es óbice para que sostengamos que no es imposible que ello pueda acaecer. Ya el antes mencionado Hesíodo escribió en su obra Trabajos y días que hasta en las épocas de mayor dispersión y de mayores tribulaciones era posible restaurar la Edad de Oro de la que hablaba la mitología griega. El hombre no es un ser fatal, con un destino irremisiblemente escrito de antemano. Para la Tradición el hombre es libre para trazar su camino, tanto interior como exterior, al igual que atesora esa libertad que le puede posibilitar el emprender una lucha que tenga como fin el de voltear el desorden imperante y alumbrar una nueva era liberada de las pesadas y enajenantes cadenas y cargas que el mundo moderno ha ido colocando desde hace ya mucho tiempo en ese afán por bestializar al hombre amputándole su dimensión Trascendente.

Carlos X. Blanco, Eduard Alcántara y Robert Steuckers: Imperum, Eurasia, Hispanidad y Tradición. Letras Inquietas (Junio de 2021)

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FUENTE:

  

El espíritu contrarrevolucionario de la Navidad.

23 de diciembre de 2022

Entrevista a César Félix Sánchez.// ( César Félix Sánchez Martínez es doctor en Humanidades por la Universidad de Piura, Perú, así como bachiller y magíster en filosofía, bachiller y licenciado en literatura y lingüística y diplomado en historia.)  por  JAVIER NAVASCUÉS 

Es ya un lugar común denunciar la profunda falsificación que padecen las fiestas navideñas, ¿Cuál es el origen de este proceso?

En esta época del año, la cultura popular masificada y los medios de comunicación se esmeran por falsificar el verdadero espíritu de esta fiesta desde hace ya bastante tiempo. Esta falsificación tiene sus orígenes en la primera gran revolución anticristiana: el protestantismo, particularmente en su impostación anglosajona.

El más grande enemigo de la Navidad de toda la historia después de Satanás fue Oliver Cromwell (1599-1658), el dictador regicida inglés creador de una teocracia demagógica inspirada en el calvinismo más extremista. Prohibió bajo penas severas celebrarla. Recién con la Restauración y, más propiamente, en el siglo XIX, de la mano de Charles Dickens y de la reina Victoria se intentó que en Gran Bretaña se popularizase de nuevo la celebración, aunque teñida de elementos románticos y “mágicos”. Parece ser que la migración católica a Inglaterra en aquella primera mitad del siglo XIX (exiliados franceses y inmigrantes irlandeses) y a Estados Unidos, generó en algunos sectores del pueblo y de la burguesía una gran nostalgia por esas festividades, que los católicos jamás dejaron de celebrar. Incluso en la América virreinal la Navidad era una gran fiesta que llegaba a opacar a la Epifanía (muy celebrada en la península) e incluso al tiempo pascual. De eso dan fe, por ejemplo, los grandes villancicos indohispanos, como la cachua Dennos lecencia, señores (s. XVI-XVII) del Códice Martínez de Compañón, que se cantaba y bailaba en el obispado de Trujillo del Perú, y que últimamente ha alcanzado gran fama universal.

Cuando llega el siglo XX, en Estados Unidos, algunos sectores muy influyentes en la economía y la cultura popular, de orígenes no cristianos o aún anticristianos, vieron con mucha urgencia la necesidad de descristianizar la Navidad. Y lo lograron, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, ayudados por la secularización de las costumbres que siguió al proceso de autodemolición del cristianismo. Este proceso se hace universal con la “norteamericanización” del mundo. Así, la Navidad pasa a ser, en el mejor de los casos, un ejemplo de enciclopedia del valor de la religión en el pragmatismo de William James: algo muy probablemente falso pero que nos sirve para unirnos más y ser mejores, y, en el peor, una especie de potlachconsumista, que llena la faltriquera de toda clase de pícaros. La figura grotesca de “Santa Claus” -creada por The Coca Cola Company a partir de deformaciones folklóricas de San Nicolás traídas por flamencos establecidos en la costa este del país- representa ambos extremos.

¿Cómo podríamos definir entonces el verdadero espíritu de la Navidad, entonces?

Es la fiesta del Nacimiento del Verbo Encarnado, la plena y pública manifestación de la irrupción del Logos eterno en la Historia. Por lo tanto, tendrá que ser un espíritu social. Y la manifestación social del Verbo Encarnado en la Historia no puede ser más que profundamente contrarrevolucionaria. Por eso podemos decir que la Navidad siempre será católica y contrarrevolucionaria, aunque les pese a los enemigos del orden cristiano. De ahí que la Navidad haya sido siempre la constante piedra de escándalo de laicistas de todo tipo. Nunca han podido destruirla, porque su fuerza reside en una promesa de redención y sobrenaturalización de todas las realidades humanas, incluso de las más humildes y sencillas. Y, por eso, la consecuencia necesaria de la Navidad es el reinado social de Jesucristo, es decir, la civilización cristiana.

Los grandes pensadores contrarrevolucionarios se dieron perfecta cuenta de esto. Tenemos el caso del brasileño Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), autor de profundas meditaciones navideñas recogidas en un libro magnífico titulado El Príncipe de Paz. Meditaciones para el Adviento y la Navidad, y realizadas durante los momentos más trágicos y decisivos del siglo XX. Allí reflexiona sobre distintos aspectos de esta fiesta: desde la Gloria a Dios en las alturas, anunciada por los ángeles a los hombres aquella Noche Sagrada (profundamente significativa y muy pasada por alto), hasta la ofensiva laicista y revolucionaria contra la Navidad y el orden cristiano, así como la esperanza fundada de una restauración. Nos dice lo siguiente: “Nuestra época es un valle sombrío entre dos cumbres: la civilización del pasado, de la que decaímos a través de sucesivas catástrofes que comenzaron con la seudo-Reforma y culminaron con los totalitarismos de derecha e izquierda; y la civilización del futuro, hacia la cual caminamos a través de luchas y sinsabores que llenan, a cada momento, de cruces nuestro camino. Precisamente por eso, porque vivimos en los últimos momentos de un mundo que expira y ya vemos las señales precursoras de otro que nace, la lección de la Navidad tiene para nosotros un significado profundo que debemos meditar en los días de hoy” (O Legiónario, n. 328, 25/12/1938).

¿Y cuál es ese significado? Alcanzar esa gracia única de estos días: “Puestos los ojos en María, unidos a Ella, por medio de Ella, pidamos en esta Navidad la gracia única que realmente importa: el Reino de Dios en nosotros y en torno de nosotros. Todo lo demás nos será dado por añadidura” (Catolicismo, n. 24, diciembre de 1952).

¡Muy interesante! También nuestro Juan Vázquez de Mella (1861-1928) reflexionaba sobre la Navidad…

Sí, el fogoso diputado y pensador contrarrevolucionario asturiano tiene una meditación muy sugerente sobre la Nochebuena. Está en el segundo tomo de sus Obras Completas del excmo. Señor don Juan Vázquez de Mella y Fanjul, editado por la Junta del Homenaje a Mella en Madrid, en 1931, con prólogo del futuro mártir Víctor Pradera. Parece que fue un artículo publicado a fines del siglo XIX en El Correo Español. Ahí señala lo siguiente: “Los Reyes Magos, guiados por celeste luz, van a postrarse ante la cuna del Dios-hombre como ejemplo del deber que tienen todas las potestades de rendirse ante la suya, y como muestra de la obligación que pesa sobre los reyes de hincar la rodilla y ofrecer la corona al que da y quita los reinos y juzga las justicias de los hombres. En el portal de Belén comienza aquella frontera que termina en el Calvario y que separa permanentemente dos mundos: El que se engrandece y prospera a la sombra protectora de la Cruz, porque es libre al amparo de su ley; y el que esclaviza al hombre con la cadena del naturalismo y ahoga la sublime tendencia de su naturaleza a la posesión del bien infinito, encerrándola en el estrecho vínculo de la vida presente, y mostrándole como único porvenir este valle de lágrimas, convertido en tenebrosa mazmorra cuando no le iluminan los eternos resplandores”.

La Navidad sería por tanto un antídoto perfecto contra los errores de la Modernidad…

El constitutivo formal de la Modernidad filosófica y religiosa consiste en el llamado principio de autonomía, que separa a lo humano de lo divino, al individuo de la sociedad y al presente de la Tradición y la Eternidad. La Navidad, por el contrario, celebra la unión de lo humano y lo divino en Nuestro Señor Jesucristo, no solo encarnado en las purísimas entrañas de la Santísima Virgen, sino nacido ya de su seno para ser adorado por los hombres: plebeyos y nobles, sabios y simples, judíos y gentiles, en la persona de los pastores y los magos. Y no solo por los hombres, sino por las Sustancias Espirituales separadas y por la creación toda, secundum quid. La Navidad, además, es la fiesta de la familia y de la verdadera solidaridad, contra el igualitarismo que, sea en su visión colectivista o individualista, anula las relaciones naturales entre las personas. Y finalmente, por su condición esencialmente litúrgica, une el presente con la Eternidad y compendia los signos y anuncios mesiánicos de la historia sagrada previa.

¿Cómo vive la liturgia tradicional la Navidad?

El rito romano tradicional nos revela innumerables misterios y riquezas en estos días, tanto en los últimos días del Adviento, como en la Nochebuena y la Navidad. Desde las antífonas de la O hasta el himno Rorate Caeli, y todo, en verdad, nos habla en el Adviento de la primera y segunda venidas de Cristo. Las témporas de Adviento, que se celebraron la semana pasada, también tienen una riqueza litúrgica y escriturística extraordinaria: son el tiempo más penitencial de este periodo y en las lecciones se leen las profecías veterotestamentarias sobre el advenimiento del Mesías y la unión más profunda entre lo humano y lo divino que significará su nacimiento.

La liturgia navideña, por su parte, revela la gran alegría de la Iglesia ante esta unión sobrenatural entre lo humano y lo divino y sus incalculables consecuencias en todos los órdenes. De este gran gozo de los hombres ante esta buena noticia nos habla la liturgia: “Laeténtur caeli, et exsúltet terra ante faciem Domini”/¡Alégrense los cielos y exulte la tierra ante la faz del Señor! (Ofertorio de la Misa de Medianoche de la Natividad del Señor), “Viderunt omnes fines terrae salutáre Dei nostri: jubilate Deo, omnis terra”/ ¡Vieron todos los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios; canta a Dios, ¡oh tierra toda!” (Gradual de la Misa del Día de la Natividad del Señor). La vida cotidiana se ha encontrado finalmente con la Eternidad. Los pastores, en medio de sus labores habituales, recibieron el anuncio de la boca misma de los ministros de Dios altísimo, los ángeles, incluso antes que los contemplativos, que tuvieron que conformarse con interpretar un signo celeste y llegar tarde. Sobre esta diferencia del anuncio entre los pastores y los magos le gustaba reflexionar al gran escritor católico inglés Evelyn Waugh.

Háblenos de la llamada tregua de Navidad de 1914, que siempre se recuerda en estas fechas. La influencia de Benedicto XV ha sido olvidada en este punto…

Sí, por lo general se ignora en las representaciones cinematográficas de este acontecimiento el llamado a la paz que hizo Benedicto XV el 7 de diciembre de 1914: “Que se silencien las armas al menos en la noche en que los ángeles cantaron”. Pero un historiador contemporáneo como sir Max Hastings, en 1914. El año de la catástrofe lo reconoce: “Cuando se acercaba la Navidad, el papa Benedicto XV hizo un llamamiento público para que, en aquellas fechas santas del cristianismo, se suspendieran las hostilidades. Gobiernos y comandantes rechazaron de inmediato la idea, pero sus soldados se mostraron mejor dispuestos. Las treguas espontáneas de 1914 -porque hubo muchas, en todos los frentes, menos en el serbio- atraen con fuerza la imaginación de la posteridad, como símbolo de la inutilidad de un conflicto en el que no había una verdadera animosidad o propósito. Se trata de una conclusión bastante injustificada (…) Los accesos de sentimentalismo y autocompasión de diciembre de 1914, casi todos iniciados por alemanes, solo eran reflejo del hecho de que, en Navidad, casi todos los miembros de la cultura cristiana deseaban estar en casa con los suyos (…)”.

Aunque, al menos Hastings reconoce el papel jugado por el pontífice y, al menos, menciona la cultura cristiana, creo que es evidente, incluso por propios datos que él mismo brinda sobre la tregua, que no solo fue un “sentimentalismo” nacido del querer “estar en casa con los suyos”. Los soldados de todos los ejércitos de aquella época no vivían todavía la catarata de estímulos sensibles asociados a la reducción de la Navidad a un mero festival familiar donde todos deben regresar al hogar ancestral como podría ser el Año Nuevo chino, ni tampoco eran hombres-masa sin identidad, ávidos solamente de regresar a su rincón caliente particular donde pudieran dar rienda suelta a sus apetitos sensibles, sino que también se sentían parte de un todo mayor, de la Cristiandad, aunque ahora en ruinas, que los unía en una devoción a Cristo más allá de sus diferencias políticas contingentes. Y, además, lo que los movió a salir de sus trincheras fue también poder ayudar con pequeños actos de caridad a sus “pobres” enemigos en recuerdo e imitación de su Señor, aun si borrosamente vislumbrados.

Las pruebas de este espíritu las ofrece el mismo Hastings: la historia poco conocida de la tregua entre belgas y alemanes en el frente de Ypres. Recordemos que el paso del Heer imperial por las tierras de Flandes durante los últimos meses había sido todo menos misericordioso, y existía una viva animosidad entre ambos pueblos (claro que palidecería comparada con los odios monstruosos de la siguiente guerra, signada ya por el totalitarismo). En esa ocasión, dos oficiales alemanes pidieron ver, en medio de la tregua de esa Nochebuena, a un capellán castrense belga para entregarle un cáliz que habían encontrado durante la batalla por Dixmude.

Además, el único ejército donde existió cierta apertura a la idea de una tregua navideña por parte del alto liderazgo fue, como no podía ser de otra forma, el de la católica monarquía austrohúngara. Escribe Hastings: “El día de Navidad, en Galizia, las tropas austríacas recibieron orden de no disparar a menos que se les provocara y los rusos mostraron la misma contención. Algunos sitiadores de Przemysl depositaron tres árboles de Navidad en tierra de nadie, con una nota cortés dirigida al enemigo: ‘Les deseamos, héroes de Przemysl, una feliz Navidad y esperamos llegar a un acuerdo pacífico lo antes posible’. Hubo encuentros de soldados en terreno intermedio (…). Cuando los hombres del zar celebraron sus propias festividades, unos pocos días más tarde, las tropas habsburguesas les correspondieron”.

¿No tendría que ver este mayor compromiso con la tregua de la monarquía católica austríaca en particular (y de los soldados de las monarquías cristianas alemana y rusa, en general) con el hecho de que era esta un último vestigio de la Cristiandad? Nada refleja la condición de la Gran Guerra como suicidio de la Europa cristiana que el hecho de que la tregua de Navidad de 1914 no haya vuelto a repetirse jamás.

Ahora también hay una guerra en el mundo y en Europa oriental, precisamente. Pero ya no se enfrentan Francisco José con Nicolás II sino Zelenski con Putin. No esperemos ningún gesto de grandeza esta Navidad, sino las usuales manipulaciones emocionales ridículas, las mentiras y los maquiavelismos y crueldades de todo tipo que hemos venido observando en estos meses.

Hablemos ahora de los villancicos tradicionales, ¿cómo contribuyen a vivir con intensidad el espíritu navideño?

Todos los misterios de la Redención, de la unión de lo finito y lo infinito y de sus consecuencias para el hombre se reflejan en los villancicos tradicionales de todas las naciones cristianas, en una correspondencia perfecta entre medio y mensaje, pues es precisamente la Navidad la que genera que, de todas las artes folklóricas del universo, las surgidas del Occidente cristiano hayan sido las que alcanzasen mayor profundidad metafísica y estética. El carácter popular de los villancicos se corresponde perfectamente con el carácter popular de la Navidad: un escenario de gentes sencillas, trabajadoras, en medio de sus labores cotidianas con sus animales domésticos, pero que se aprestan a recibir la visita de Dios. Eso es algo que no tiene ningún punto de comparación con las teogonías mitológicas de todos los pueblos paganos, en las que el nacimiento o irrupción del dios está rodeado de elementos insólitos y espectaculares, que reflejan la divinización de las fuerzas de la naturaleza incontrolables o de la fuerza militar de los liderazgos políticos.

Desde Stille Nacht compuesta hace doscientos años por el maestro Gruber y el párroco rural Mohr en Austria, hasta el Adeste Fideles del católico inglés -jacobita y contrarrevolucionario- John Francis Wade (1711-1786), la música popular ligada a la Navidad ha sabido conjugar poesía con profundidad teológica, logrando una belleza tan singular que ha cautivado incluso a los no cristianos.

Los enemigos de la Iglesia combaten los villancicos y todo signo religioso de la Navidad en los espacios públicos…

Siempre habrá un odio a la Navidad por parte de los enemigos de Cristo. No nos referimos aquí, claro está, a los que por ignorancia y/o hastío repudian la Navidad made-in-USA. El laicismo, plenamente coherente con sus principios, pretende expulsar del espacio público a la Navidad, porque entiende correctamente que no puede dejar de ser católica y contrarrevolucionaria, a pesar de tantos siglos de desfiguración. Ahora la moda ideológica va por “deconstruir” la Navidad presentándola como racista y patriarcal. Pero los enemigos de la Navidad se están topando con reacciones cada vez más vivas por parte de sectores importantes de la opinión pública, incluso no particularmente religiosos, cansados de ver que las cosas más queridas acaban siendo pisoteadas y blasfemadas por élites corruptas. ¿Será la “sublime tendencia” de la naturaleza humana que aspira a los bienes infinitos, de la que hablaba Vázquez de Mella, y que todavía vive, como un pequeño rescoldo, en el corazón de tantos extraviados? ¿O será una de las “señales precursoras” de esa civilización restaurada en Cristo anunciada por Plinio Corrêa de Oliveira? Sea lo que fuere, fiat voluntas Domini. ¡Una Santa Navidad a todos!

Javier Navascués

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Sorteo del «gordo» de NAVIDAD

23 de diciembre de 2022

¿Dónde están los niños autóctonos de San Ildefonso?

Hoy, ahora, mientras escribo, recuerdo que el día del Sorteo de la lotería de Navidad era uno de los días más emocionantes del año, del más lleno de esperanza para millones de españoles.

Aquel día era ya por derecho propio la antesala de la Navidad y los niños cantarines de San Ildefonso convirtieron la melodía con la que se cantaban los premios en uno de los sonidos de nuestra infancia. No hace falta irse muy lejos para descubrir que el sorteo de Navidad ha sido marco de expresión también de los cambios sociales que ha sufrido España en los últimos 23 años, ya que hasta 1998 sólo eran niños autóctonos los que procedían a cantar los números de la lotería, pero a partir de entonces, las cosas ya no volverían a ser lo mismo.

¿Cómo es posible que todos los niños cantarines de San Ildefonso sean de origen extranjero? ¿Dónde están los autóctonos? ¿Acaso ya no queda ninguno en el popular centro de huérfanos dependiente del Ayuntamiento de Madrid?

Una miríada de nuevos nombres en la España multicultural del 2022: Aya, Sherley, Maguette, Janna, Nayeli, Johann, Yahida, Yassin, Kevin, Joel, Guamán, Obarisiagbon… eran algunos de los nombres de los niños protagonistas del sorteo. No ví a un solo niño español autóctono. Y si lo había seguramente lo escondieron para no deslucir el sorteo.

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